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Realizamos nuestra etapa parroquial de la Jornada Diocesana para Evangelizadores y Catequistas



Este viernes 07 de febrero realizamos la Etapa Parroquial de la Asamblea Diocesana para Evangelizadores y Catequistas, con una participación aproximada a las 60 personas, todas ellas de diversos apostolados como catequistas en el proceso infantil, liturgia, ministros extraordinarios, catequesis con adultos, pláticas pre-sacramentales, coros, Orden Franciscana Seglar y los sacerdotes que prestan su servicio como pastores de la comunidad.


Conscientes de que es nuestra parroquia la que inicia a la vida cristiana y a ejemplo de la primera comunidad cristiana, el trabajo de los asistentes comenzó con una revisión de la realidad en nuestra comunidad para poder realizar las acciones necesarias para que esta iniciación a la vida cristiana llegue a sus principales destinatarios, los adultos que vivimos en la parroquia.




El reto es grande, pues deberemos trabajar para que aquellos adultos que han recibido el bautismo, e incluso a aquellos adultos no creyentes, se acerquen, conozcan y hagan vida a Jesús que está en medio de nosotros, en la familia, con los vecinos, con nuestros ancianos que viven en abandono, con los adolescentes y jóvenes que se manifiestan de diversas maneras para ser escuchados, para ser tomados en cuenta; descubrir la presencia de Jesús en un enfermo, en una persona o personas que viven la extrema pobreza, tristeza, soledad, abandono, con las ganas y la necesidad de ser escuchados, de ser comprendidos, de ser amados.


Las reflexiones y compromisos que se hicieron tuvieron como base el Magisterio del Papa Francisco, estudiando cinco propuestas que él nos hace para salir al encuentro del hermano tal y como Jesús lo hizo.

1.- Que nuestra parroquia sea una comunidad que sale al encuentro y dejar de lado criterios como “siempre se ha hecho así”. El Papa Francisco nos pide despertar de la rutina pastoral y tener una actitud más audaz, más creativa en la tarea de repensar la evangelización y la catequesis que realizamos.

2.- Una comunidad que se involucra, que ofrezca su servicio, a ejemplo de Jesús, a aquellos que lo necesitan.

3.- Una comunidad que acompaña a los hombres y mujeres de la parroquia, en sus sufrimientos, sus enfermedades, sus juicios, sus exigencias, sin impaciencia, desde el respeto, la compasión y la compresión, para anunciar con palabras, obras y la misericordia de Dios.

4.- Una comunidad fecunda, que dé frutos, para eso hemos somos llamados a “cuidar el trigo” y a “no perder la paz por la cizaña”, es decir, la comunidad parroquial no debe poner su mirada en la cizaña. Estamos llamados a ser fermento testimonial, pues Dios quiere que la comunidad dé frutos.

5.- Por último, una comunidad que festeja la alegría de evangelizar. Debemos de celebrar y festejar cada paso que demos siempre hacía adelante. La Iglesia evangeliza y se evangeliza con la belleza de la liturgia, eucaristía y sacramentos.




En la parroquia tenemos mucho que hacer y a ejemplo de San Cristóbal Magallanes, sacerdote mexicano, fruto del seminario de Guadalajara y que tuvo la cercanía con su comunidad de tal manera que mucho enseño con su ejemplo. Perseguido por el gobierno en tiempo de la Guerra Cristera, nunca descuidó “el trigo” a causa de la “cizaña” (el momento difícil que se vivía en ese entonces).


En nuestra parroquia ya dimos el primer paso de camino a la Jornada Diocesana que se celebrará en el mes de mayo, ahora a trabajar, porque “nadie nos debe robar la alegría de evangelizar”.

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